" La economía del Imperio Qíng

La economía del Imperio Qíng

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Desde las reformas de apertura de China al mundo que comenzaron durante el mandato de 邓小平 Dèng Xiǎopíng (1904-1997) en los años 80, el Producto Interno Bruto (PIB) chino ha estado en boca de todos. Y no es para menos, desde la década de 1980 la República Popular China ha tenido el crecimiento económico más rápido de todo el mundo, con un promedio de crecimiento anual de casi el 10%. La República Popular China 中华人民共和国, Zhōnghuá Rénmín Gònghéguó es hoy en día el centro de fabricación más grande del mundo y la mayor potencia industrial y exportadora. El trabajo de los ciudadanos de este país es indiscutiblemente impresionante y digno de admiración. En el transcurso de 150 años China pasó de ser un territorio no industrializado, con uno de los niveles de pobreza más altos del mundo a ser la segunda economía más grande que, además, continúa creciendo a pasos agigantados. Por si fuera poco, se encuentran trabajando en la erradicación de la pobreza extrema en el año 2020.

La China Imperial

Desde el comienzo de la dinastía 清 Qīng, en 1644, hasta el año 1820 el producto bruto interno chino se cuadruplicó alcanzando los $228,6 mil millones. A este crecimiento sin precedentes se lo conoce como “el milagro de Asia oriental”. Habrá que esperar los resultados de la revolución industrial en Gran Bretaña para volver a ver un crecimiento económico comparable. Historiadores europeos de esta época sostendrán que el total de la economía europea desde el renacimiento es la más grande del mundo, pero la realidad es que en 1820 la economía de Europa y China son bastante similares, lo cual representa todo un logro para una China no industrializada. ¿Cómo es que China consigue mantener esta contundencia económica a principios del siglo XIX?

El colonialismo europeo

Si algo caracterizó al comienzo del siglo XIX fue la expansión colonialista europea. Barcos europeos recorrieron el mundo a lo ancho y a lo largo comerciando con diversas culturas y estableciendo puertos para mantener un suministro constante. De América se extraían grandes cantidades de minerales y metales, de África se obtenía mano de obra en forma de esclavos y recursos como madera y de Asia arribaban numerosos productos. De hecho, los productos provenientes de Asia fueron tan preciados por los europeos que comenzaron a formar parte inseparable de su cultura, como los fideos italianos que tienen su origen en los  面条 miàn tiáo chinos, o el té inglés, que también es de origen chino, el 茶 chá.

Los productos asiáticos

Una de las diferencias entre los productos provenientes de otros continentes, es que los productos asiáticos eran productos manufacturados. Mientras que de américa se extraían materias primas, de Asia se comerciaba por productos listos para su consumo. Té, muebles, joyas, pinturas, telas y cientos de productos exóticos fabricados en China eran exportados a Europa. Gracias a que el intento de asesinato a Qín no tuvo éxito, el territorio chino ha mantenido una cierta unidad desde el siglo II bce. con el establecimiento del primer imperio. A pesar de eventuales cambios territoriales, de poder y dinastía, se mantenía la idea de 秦 Qín de que debía existir un gobierno centralizado y encargado de la estandarización (tal y como podemos ver en la película Héroe 英雄 Yīng Xióng de 2002). Esto se contrapone al caso de India, donde la unificación no había sido posible, lo que abrió las puertas a una invasión europea que se adueñó del territorio y sus recursos.

El secreto está en la balanza comercial

El negocio de las empresas europeas era partir de Europa con barcos repletos de productos manufacturados que vender e intercambiar por materias primas o productos regionales que llevar de vuelta, así los barcos nunca viajaban vacíos y siempre estaban ganando dinero. Pero este modelo comercial no funcionaba en China. En parte porque al no haber una colonia europea, no había ciudadanos europeos que quisieran adquirir los productos que no eran capaces de fabricar y en parte porque China era un territorio prácticamente autosuficiente. Todos los productos que una persona pudiera necesitar se fabricaban de forma artesanal en Asia. Incluso las élites chinas no estaban muy interesadas en los productos europeos, los cuales los veían como no más que meras curiosidades.

Pero si algo desequilibraba aún más la balanza comercial, era la moneda utilizada para el intercambio de bienes. Los comerciantes chinos solo aceptaban plata como moneda. Las nuevas elites europeas que habían surgido con la revolución industrial estaban cada vez más interesadas en productos asiáticos, por lo tanto, cada vez más plata de las arcas europeas terminaba en manos chinas. Por si fuera poco, muchos de los productos chinos eran de consumo rápido, como el té, que debía pagarse en plata que no es un recurso renovable. De mantenerse esta tendencia en el tiempo, rápidamente comenzaría una crisis económica en Europa por la falta de metal de plata.

El gigante dormido

Este desbalance comercial, como una herida que sangra plata, es una de las razones por las que algunos europeos como Napoleón Bonaparte, temían el despertar del león chino.

Tal y como señala Martin Jacques en su libro When China Rules de World, todo esto llevará al desencadenamiento de las Guerras del Opio. Este capítulo infame en las relaciones entre China y el extranjero llevaría al surgimiento de la China moderna, una forzada modernidad alcanzada a fuego y sangre y no como una transición paulatina. 

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